lunes, septiembre 14, 2015

 

Libertad económica y migración

No hay duda de que los derechos de los migrantes no se respetan a plenitud en los países a donde llegan (o donde transitan), pero el problema de veras consiste en la carencia abismal de ellos en los países de donde proceden. Enfocados en lo primero, los críticos de la situación parecen olvidar la falta de libertad, los obstáculos al emprendimiento y la innovación y, sobre todo, el enorme déficit de acumulación de capital humano que caracterizan a las naciones originadoras de la migración. El centro de la cuestión no está en la supuesta resistencia o, de plano, hostilidad de Estados Unidos y de Europa Occidental, sino en la secular ineficiencia del torpe marco institucional de América Latina y África, en especial. Veamos.

 

1.- Un think tank de Estados Unidos (The Heritage Foundation), en colaboración con The Wall Street Journal, prepara anualmente un índice de libertad económica. El índice tiene más de veinte años de existencia. Allá por el inicio del 2015 se publicaron los resultados más recientes, con referencia a 178 países. Como ha sido usual, los tres países más libres en lo económico fueron Hong Kong, Singapur y Nueva Zelanda; los tres menos libres fueron Venezuela, Cuba y Corea del Norte. Por cierto, Chile se situó en un honroso séptimo lugar. México ocupó la posición 59 y se ubicó entre los que se califican como "moderadamente libres".

 

El índice se construye a partir de factores como la libertad de comerciar internacionalmente, la intensidad y calidad de la regulación, la vigencia del derecho de propiedad, la eficiencia del gasto público, etc.

 

Sin mayor análisis, es fácil concluir que los países de mayor ingreso (los ricos, en el lenguaje coloquial) son típicamente más libres que los de menor ingreso (los pobres). Por ejemplo, en términos de libertad económica, Corea del Norte y Corea del Sur son (casi) polos opuestos; y, como era de esperarse, la primera es una economía subdesarrollada, con un ingreso por persona muy bajo, mientras que la segunda es nada menos que uno de los famosos Tigres Asiáticos, con un ingreso por persona similar al de España y algo así como quince veces más alto que su contraparte norteña.

 

2.- El Banco Mundial prepara un indicador (Ease of Doing Business) parecido al anterior, que intenta medir qué tan favorable es el marco regulatorio para las empresas, y la clasificación resultante no es muy distinta que la citada. Los tres primeros lugares los ocupan Singapur, Nueva Zelanda y Hong Kong... con México en el trigésimo noveno. En esta comparación, Venezuela está cerca del final de la lista de 189 países, pero los últimos tres sitios los ocupan naciones de África (la República Central Africana, Libia y Eritrea).

 

3.- El Foro Económico Mundial elabora varias mediciones de relevancia para lo comentado, pero una de ellas me parece particularmente significativa. Se trata del llamado Índice de Capital Humano. Éste es un indicador relativamente nuevo, que intenta "capturar" cuatro aspectos: educación, salud, calidad de la mano de obra y entorno favorable al rendimiento. En este caso, en 2015, Suiza, Finlandia y Singapur (otra vez) se llevaron las medallas de oro, plata y bronce. México se encontró más o menos a la mitad de la lista (58 de 122). ¿Qué países estuvieron al final? Para enfatizar el punto, vale notar que nueve de los últimos diez fueron africanos.

 

Si con la información referida y la correspondiente a los flujos de migración se dibuja un mapa mundial, se encuentra que los migrantes se mueven, lógicamente, de los países menos libres, más regulados y menos capitalizados hacia aquellos donde el entorno les permite trabajar, innovar, asumir riesgos y recibir el fruto cabal de sus esfuerzos. ¿Suena conocido? "We have met the enemy, and he is us" (Pogo).

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La semana pasada publiqué una breve nota crítica sobre una declaración de Donald Trump, referente al proteccionismo industrial. Un lector me comentó que no había sido suficientemente severo en el juicio. Toda proporción guardada, dicha reacción se parece a aquellas que lamentan que el gobierno mexicano no se haya ocupado, oficialmente, de responder a los excesos verbales del Sr. Trump. En mi opinión, la posición del gobierno es la adecuada. Talleyrand, el diplomático por excelencia, recomendaba a sus subordinados actuar "sobre todo, señores, sin excesivo celo". En otras palabras, con la cabeza fría, con objetividad.

 

Everardo Elizondo

El autor es profesor de economía en la EGADE, Business School, ITESM.

 

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